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Como es tradición, este mes se celebra el Día de la Madre en la mayoría de países occidentales. A partir de esta festividad resulta positivo realizar un análisis del papel de las mujeres y las madres en el contexto de nuestra sociedad.
Hoy por hoy, las mujeres colombianas se destacan como profesionales, empresarias y líderes en muchos campos de la sociedad, pero aún falta mucho camino por recorrer, pues en el imaginario popular, cultural y social se continúan relegando y minimizando los aportes del género femenino. Es en este ámbito donde debemos ubicar el Día de la Madre, pues no es justo que se quiera brindar un homenaje a nuestras progenitoras simplemente desde la perspectiva del consumo basado en regalos o fiestas. Celebrar el Día de la Madre de todo corazón, significa en realidad comprender que debemos darles su verdadero puesto en el hogar como seres inteligentes, propositivos y que quizás por sus valores especiales como la ternura y el amor sean las únicas personas capaces de construir hombro a hombro con sus parejas, verdaderas familias para la creación de una sociedad diferente, más humana.
Como hija, esposa y madre he tenido que luchar desde el estudio, el trabajo y el cuidado de la familia para construir un hogar. Al lado de mi esposo y de mis hijos hemos forjado un entorno basado en valores. Pero, por mi formación como abogada no dejo de pensar en aquellas mujeres que sufren cientos de necesidades por falta de oportunidades, o por aquellas que son violentadas por sus parejas, madres adolescentes que a la fuerza tuvieron que jugar un rol para el cual no estaban preparadas ni biológica ni psicológicamente. No podemos pasar por alto que en Colombia hay muchas madres que por razones culturales y sociales, se han convertido en seres sumisos, dependientes, maltratados e invisibilizados. Solamente en el primer semestre de 2016 se registraron 44.796 casos de violencia intrafamiliar en nuestro país. Esta cifra alarmante, muestra la fragilidad de las familias colombianas frente a fenómenos inaceptables como el maltrato y la violencia.
Como sociedad tenemos la obligación de no hacernos los de la vista gorda frente a unas problemáticas tan marcadas como las que padecen miles de mujeres en nuestro país, sobre todo en el departamento del Cauca. Con profunda tristeza debo decir que existe un porcentaje muy alto de mujeres víctimas de maltrato intrafamiliar, abuso sexual, embarazos adolescentes y esto no parece ser la prioridad en las agendas territoriales, pues no se generan políticas públicas de impacto encaminadas a la prevención y atención de las víctimas. En el Estudio Nacional de Medicina Legal realizado en el año 2015 se evidenció que Popayán es uno de los municipios donde existe un mayor “riesgo extremo” para las mujeres víctimas de violencia de pareja. De acuerdo con a un informe de la Corporación Humanas del año 2015, en Popayán se identificaron 812 casos de violencia intrafamiliar, de los cuales 671 tuvieron como víctimas a mujeres. Para aumentar esta problemática, en nuestro sistema judicial las trabas, el papeleo y la demora para atender a las denunciantes, hace que muchas de ellas prefieran callar.
Invito a la comunidad caucana a que construyamos una región y un mundo más equitativo, donde a las madres no se las relegue exclusivamente a la crianza de los hijos y que en nombre de ellos deban soportar malos tratos, que pasen por alto la violencia, el abuso y la infelicidad.