Actualmente, en Colombia, las nuevas cifras de natalidad y los estudios del Dane encendieron la discusión sobre el envejecimiento poblacional, según la economista de BBVA Research, Sophia Olarte.
Según la experta, se suele pensar que una caída sostenida en la natalidad refleja un avance en el bienestar del país. Las mujeres tienen hoy más control sobre su vida reproductiva, mayor acceso a educación y más participación en el mercado laboral. Según el Banco Mundial, la tasa de fecundidad en Colombia ha pasado de 2,5 hijos por mujer en 2000 a 1,6 en 2024. Además, la tasa de fecundidad específica disminuyó de 69 nacimientos por cada 1.000 mujeres en 2014 a 39 en 2023.
Pero lo que es un logro indiscutible para la equidad de género y la autonomía personal puede no serlo tanto desde una perspectiva estructural y de largo plazo. Este fenómeno demográfico, caracterizado por la inversión de la pirámide poblacional, constituye una modificación estructural de la sociedad, con implicaciones económicas significativas. Es preciso desmitificar la noción de que el envejecimiento representa exclusivamente un avance social.
Natalidad y economía
De acuerdo con Olarte, el reto no es revertir la baja natalidad, es adaptarse inteligentemente. Dijo que “no podemos olvidar que las razones detrás de la disminución de la fecundidad están ligadas a avances en derechos y oportunidades para las mujeres. Incentivar nacimientos sin condiciones dignas para la maternidad perpetuaría inequidades y sería poco efectivo, pues es poco probable que cambie las decisiones sobre el número de hijos. Se requieren políticas sostenibles para el envejecimiento, que superen la dependencia de jóvenes cotizantes en pensiones”.
Agregó que, con el envejecimiento demográfico, el sistema de salud se verá sometido a una fuerte tensión, dada la diferencia en el gasto sanitario entre jóvenes y adultos mayores. Por ello, se requiere una reforma que prevea el aumento de patologías crónicas y la esperanza de vida.
Además, considera que la idea de impulsar la natalidad mediante incentivos financieros es atractiva, pero no suficiente. Las mujeres jóvenes y profesionales planifican sus vidas con criterio, y necesitan políticas que faciliten la vida laboral y familiar, el cuidado de sus hijos y el bienestar económico en la vejez. Y finaliza diciendo que el envejecimiento demográfico es una realidad que exige un enfoque multisectorial y políticas integrales que minimicen los riesgos económicos y anticipen las tensiones que ya se vislumbran.