Caminan por los invisibles

Caminan por los invisibles

Tania Retamar, presidenta de la Fundación Con disco Huila y directora general de la Red de Cuidadoras de la Comuna 10 de Neiva, se prepara para iniciar una caminata simbólica y desafiante desde Neiva hasta Bogotá este 22 de abril. Su objetivo no es otro que poner en la agenda nacional una realidad que ha sido históricamente ignorada: la lucha diaria de las cuidadoras de personas con discapacidad (PCD) y baja autonomía, el objetivo principal será poner en el pliego de peticiones la reglamentación de la ley del cuidador 2297 en cada territorio.

Con su recorrido, Tania busca representar a miles de mujeres que, como ella, dedican sus vidas al cuidado constante de hijos, hijas o familiares que requieren atención 24/7. Lo hace como un acto de resistencia pacífica y de amor, pero también como una denuncia contundente sobre el abandono institucional y la invisibilización de estas realidades.

Ignoradas por el Estado

«Las madres cuidadoras somos las médicas, terapeutas, enfermeras y defensoras de derechos de nuestros familiares con discapacidad. Pero ante el Estado, seguimos siendo invisibles», afirma Retamar. Su caminata no solo representa un enorme esfuerzo físico, sino también una oportunidad para sensibilizar a la sociedad sobre la precariedad en la que viven muchas familias que cuidan a personas con dependencia total.

Entre los principales reclamos están la falta de apoyo económico, el escaso acceso a servicios especializados de salud, educación y rehabilitación, y la necesidad urgente de políticas públicas con enfoque diferencial.

Un acto de fe y compromiso

La caminata de Tania no tiene acompañamiento oficial. Es ella, su mochila y su convicción. Ha pedido oraciones y apoyo moral a la ciudadanía durante los más de 300 kilómetros que recorrerá hasta llegar a la capital del país. Sabe que cada paso representa a una madre que perdió la esperanza, a una familia que lucha sola, a un niño o niña con discapacidad que aún espera atención oportuna.

Este tipo de acciones, aunque simbólicas, tienen un impacto real: generan conciencia, movilizan apoyos y pueden ser el detonante para el cambio. Así lo ha demostrado la historia de otras madres cuidadoras en el país que, como Tania, han transformado el dolor en lucha colectiva.

Tania no pide caridad. Pide justicia. Su caminar es una forma poderosa de recordarle a Colombia que detrás de cada persona con baja autonomía, hay una red de amor y esfuerzo que merece ser reconocida y respaldada.