Los clubes deportivos de diversas disciplinas, que trabajan en Popayán y en diferentes municipios del Cauca, realizan una labor vital, no solo para promover el deporte y la actividad física; también en el plano social consiguen apartar a cientos de jóvenes de los flagelos, de la calle, de la esquina, de las influencias, de los ídolos distorsionados, de la cultura narco; en últimas los aparta de la cárcel, el hospital o la muerte.
Sociedad decadente
Parece exagerado, pero no lo es. La sociedad está entrando en una dinámica de decadencia muy evidente y los jóvenes son ‘carne de cañón’, en el campo y la ciudad, para grupos delincuenciales, llámense guerrillas, pandillas, disidencias entre otras organizaciones, que los reclutan o los seducen, para luego devolverlos como cadáveres, o como antisociales consumados.
Por eso son importantes las alternativas, las opciones, los senderos que divergen de todo ese caos y ese furor dañino que destruye la niñez y la juventud. En ese sentido, los clubes deportivos, de patinaje, fútbol, baloncesto, artes marciales, ajedrez, softbol, ciclismo y todas las que existan, pueden estar condicionando para bien, el porvenir de muchas personas que encuentran en valores como el trabajo en equipo, la solidaridad, la disciplina, y tantos valores que transmiten los deportes, una verdadera tabla de salvación.
Falsa libertad
Las cosas hay que llamarlas por su nombre; sin eufemismos; la sociedad, en muchos aspectos se degrada. La maldad, la perversión y los mensajes tendenciosos están arruinando muchas vidas. El hedonismo, la cultura del dinero fácil, los ídolos inflados por la publicidad, la sexualización precoz, la hipersexualización, la ambigüedad sexual, la idea desdibujada de la libertad pueden llegar a hacer estragos en mentes inmaduras.
Padres, docentes, tutores, adultos responsables deben enseñar a los pequeños que afuera hay maldad, que aunque no nos guste, debemos desconfiar y estar prevenidos. No podemos facilitar el trabajo a la perversión y la maldad con una visión inocente del mundo, y no lo decimos aquí, lo dicen las cifras; los niños se han convertido en las principales víctimas de una sociedad caótica.
Jair A. Dorado