Ricaute Lozada Valderrama
Los episodios originados a raíz de la controversia entre la jefe de gabinete del presidente Petro y su embajador en Venezuela, antecedidos de posibles casos de corrupción de uno de sus hijos, así como de probables ingresos de dinero del narcotráfico a su campaña, generan desilusión, frustración e incertidumbre, pues lo más factible es que esos hechos tengan origen en la corrupción.
Por ello, que es grave, causa desilusión que una de las únicas esperanzas que a lo largo de nuestras vidas hemos considerado posible de cambios de fondo, empiezan a marchitarse, o por lo menos a tener menos opción frente al verdadero sainete que estamos presenciando y que le resta autoridad y legitimidad al Gobierno. Desilusión porque desde hace muchos años la motivación para la actividad pública nuestra, ha estado centrada en la transformación del país en sus órdenes vitales.
De ahí que cuando iniciamos en la política, lo primero que hicimos fue crear el Movimiento Transformación Liberal, que tenía el propósito de cambiar por dentro al Partido Liberal, ahora tan postrado. Por ello, continuamos con el lema, Transformación, El Cambio que Requiere el País. De modo que si hicimos campaña para que Petro llegara al poder, fue en razón de representar él, el cambio por el cual nosotros hemos trabajado y, por lo tanto, el peligro en que se encuentra su programa, nos causa preocupación, pues deseamos que ellos no se frustren, pero manteniendo lo positivo que hemos conquistado. Y, estos hechos, de los cuales apenas estamos empezando a enterarnos, desilusionan a tantos colombianos, en razón a que ésta es una coyuntura difícil que se repita, frustrada por ahora, en buena parte por el mismo Gobierno.
Se impone entonces que los organismos de justicia y control, como la Comisión de Investigación y Acusación de la Cámara, actúen con prontitud, para que se llegue en corto tiempo a la verdad, pues las consecuencias de los hechos no pueden ser calificadas sino de deplorables y angustiantes, al punto que sobre el escándalo, Juan Lozano, en su columna hace setenta preguntas sobre el escándalo, entre las cuales la prioritaria radica en torno a determinar de dónde llegaron los dineros y a dónde fueron a parar, porque no habría nada más decepcionante que también la campaña de Petro, uno de los adalides en la lucha contra la corrupción, hubiese estado, como en las épocas de Samper, financiada por el narcotráfico.