Por NIcolás Escobar
La escena parecía sacada de una película de Tarantino, el 30 de marzo de 1981 el presidente de los Estados Unidos Ronald Reagan – después de 69 días de mandato- fue baleado a las afueras del Washington Hilton Hotel. En aquel entonces, no existía ese invento revolucionario del internet, sin embargo, la noticia del atentado contra el máximo dirigente de la casa blanca le dio la vuelta al mundo en cuestión de minutos.
Resulta increíble pensar que -hasta el momento en el que se escribe esta columna de opinión- la casa blanca ha presenciado el asesinato de 05 presidentes: Abraham Lincoln (1865), James Garfield (1881), William McKinley (1901) y el emblemático John F. Kennedy (1963); parecería que la muerte no es sólo una decisión que se toma contra las naciones a las que Estados Unidos lleva la democracia a la fuerza, sino más bien, un tema que ronda dentro de las paredes de ese misterioso recinto.
El autor del atentado fue el estadounidense John Warnock Hinckley Jr, quien, al momento de ser interrogado por las agencias de inteligencias gringas, confesó que la motivación de dicho suceso fue llamar la atención de la actriz Jodie Foster, pues tenía una obsesión enfermiza por el papel que desarrollo en la película Taxi Driver (1976).
Reagan quedó gravemente herido pues, recibió un balazo que ingresó por la axila izquierda y siguió hasta llegar a 2.4 centímetros del corazón, es decir, estuvo a punto de morir. Sin embargo, una terna de médicos le salvaron la vida, pese a ser un republicano, como lo expresó en algún momento Joseph Giordano, jefe de traumatología del hospital George Washington.
Resulta imposible saber a ciencia cierta el destino del mundo si Reagan hubiese sido asesinado, recordemos que, por aquel entonces, el desmote de la guerra fría y la cortina de hierro se estaba materializando gracias a la intervención de Reagan, Margaret Thatcher y Juan Pablo II -quien en días posteriores sufriría un atentado en la plaza de San Pedro-. Sin embargo, me gusta imaginar: ¿Cómo hubiese terminado el siglo XIX si la bala hubiese dado 24 centímetros más a la izquierda?
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Adenda: El domingo pasado acudí al estadio a ver jugar al Deportivo Independiente Popayán (DIP), el cual se ha robado mi pasión futbolera. Lo cierto es que, con el empate ante el club C.D Valencia, la tabla del grupo I de la tercera división del fútbol colombiano quedó bastante apretada. ¡Cómo hizo falta la determinación en el ataque del Matador Orozco!