El Covid-19 y los antivacuna

El Covid-19 nos da un respiro en la ciudad de Popayán, los contagios y el número de muertes van a la baja, y eso es una buena noticia para los payaneses en medio de tanta zozobra por el desempleo y la inseguridad. Innegablemente el proceso de inmunización que ya cubre a los menores de edad tiene mucho que ver con esta tendencia.

Si bien la vacuna no garantiza una inmunidad absoluta, es por el momento la única opción para defendernos positivamente contra el virus. Al menos que evitemos cualquier acercamiento con otro ser humano, es decir que tengamos la posibilidad y los deseos de aislarnos de manera radical, una decisión casi improbable dentro de la sociedad. Por lo tanto lo más racional es tomar la única opción que al menos disminuye las probabilidades de acabar muerto o en una cama UCI.

En este contexto se hace necesario hablar una vez más del movimiento anti vacuna, cómo no. Porque existen muchas personas, aquí y en otras latitudes, y armados de una variedad de argumentos, principalmente religiosos, que no se han vacunado ni piensan hacerlo en un futuro. La razón más recurrente para oponerse a las vacunas es la del perjuicio que estas podrían generar con efectos secundarios muy negativos.

Para empezar hay que decir que los movimientos anti vacunas no son nuevos, nacieron con estas. Así que los primeros detractores asomaron por 1796, mismo año en que Edward Jenner, sacó  el primer biológico para hacerle frente a la viruela que en aquel entonces era mortal de necesidad. El principal argumento que sostenía este grupo de gente era de carácter religioso, pensaban que la vacuna era algo demoníaco, que no era cristiana porque provenía de la vaca.

Desde ese entonces se han venido repitiendo razones que en el fondo siguen siendo las mismas. Por ejemplo: las enfermedades contra las que se vacunan no son tan graves – Este argumento se debe al desconocimiento e ignorancia de las enfermedades contra las que se vacunan y, esto debido a la gran efectividad de las mismas que consiguen que estas enfermedades sean desconocidas como pueden ser la viruela, la polio, la rubeola. Pero la verdad es que es una de las formas más eficaces de evitar enfermedades y previenen de dos a tres millones de muertes al año.

En definitiva, el motor de estos argumentos antivacunas son la desinformación y el desconocimiento general. Hay que combatir esta corriente tan perjudicial para la salud pública, ya que la vacunación es la medida sanitaria que más vidas ha salvado a lo largo de la historia.