Queremos hacer en este espacio editorial, eco de la denuncia de la senadora indígena Aida Quilcué, quien hace un llamado desesperado al Gobierno para que atienda una emergencia humanitaria que se está viviendo en el municipio de Caldono, donde se están presentando crímenes sistemáticos, específicamente en el Resguardo San Lorenzo. En ese territorio indígena fueron asesinados en las últimas horas los hermanos: Jeferson Dizú Nene de 17 años, Eduardo Dizú Nene de 24 años y Jherson Nene Zeti de 19 años de edad. Se desconocen los autores y los motivos de los crímenes. La senadora pidió que se protegiera la vida de manera individual y colectiva. Terrible tragedia para la familia de estos muchachos. Estos crímenes podrían estar relacionados con dos causas. O bien se trata de la infame ‘limpieza social’, cuya práctica criminal se ha hecho muy común en los últimos tiempos en todo el territorio caucano o bien se trata de un intento de reclutamiento forzado por parte de alguna organización criminal, al que se habrían resistido estos tres muchachos. El llamado de esta líder indígena debe ser atendido de inmediato por las instituciones encargadas de velar por los derechos humanos. De lo contrario la situación puede agravarse y otros jóvenes pueden caer por las balas asesinas o acabar en las filas de un grupo criminal, lo cual es un preludio de la muerte. Es muy triste como la guerra arrebata la vida de cientos de jóvenes en el Cauca. Miles ahora empuñan las armas y se convierten en criminales por no tener otra oportunidad, por no poder desarrollar un proyecto de vida con normalidad, por carecer de opciones laborales o de estudio, o lo peor, por salvar sus vidas o las de sus familiares. Los señalamientos como delincuentes a jóvenes negros, pobres y sin oportunidades también están causando un derramamiento de sangre por todo el país. La sociedad colombiana está en deuda con ellos. Y en lugar de contribuir a su estigmatización y alimentarla incluso a través de los medios y las redes sociales, el país les debe una vida digna y el respeto a su identidad y sus derechos. Si seguimos asesinando a los jóvenes y niños, seguiremos sembrando una semilla del mal para nuestro futuro, para los nuevas generaciones que seguirán habitando un país lleno de odios y violencia.