Extorsionan con llamadas a comerciantes para cobrar «limpieza social»

Delincuentes exigen dinero con amenazas disfrazadas de “orden social”. Si no pagan, les advierten que no responden por su seguridad ni la de sus empleados.
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Ojo pues: esta es la nueva jugada criminal

En Boyacá la delincuencia se está poniendo creativa… y peligrosa. Varios comerciantes han denunciado una nueva modalidad de extorsión digital, en la que son contactados telefónicamente por sujetos que se hacen pasar por supuestos integrantes de grupos armados ilegales. Les exigen altas sumas de dinero a cambio de respetar su integridad durante supuestas jornadas de “limpieza social” contra expendedores de drogas y proxenetas.

El discurso, que busca camuflar el chantaje con una falsa “lucha contra el crimen”, está cargado de amenazas directas. En un audio revelado por medios, se escucha cómo presionan al comerciante con frases como:

“Le estamos marcando porque es persona de bien. Porque cuando se agarre la plomacera no queremos que ni usted, ni su familia, ni sus empleados esté dando la pata en la calle. Comerciante que está con nosotros sigue trabajando con su frente en alto. Comerciante que le dé rabia que vayamos a matar delincuentes, simplemente tampoco trabaja más…”

Así, sin rodeos. Sin filtros. Y si la víctima no accede, las amenazas escalan: les dicen que colocarán explosivos en sus negocios o que los señalarán como colaboradores de criminales.

Una estrategia de miedo disfrazada de “protección”

Este tipo de llamadas han encendido las alarmas en varios municipios del departamento. No se trata de una cadena cualquiera ni de una broma pesada. Es una modalidad de extorsión estructurada, donde los delincuentes buscan sembrar miedo y sacar provecho económico con discursos manipuladores y amenazas reales.

La contradicción es evidente: se autodenominan justicieros, dicen que van a “limpiar” las calles de delincuentes, pero ellos mismos están cometiendo delitos graves: suplantación de identidad, amenazas, extorsión, terrorismo. ¿Qué clase de “orden” puede imponer alguien que siembra miedo, exige plata y promete violencia? La incoherencia no puede seguir disfrazándose de autoridad.

El capitán Michael Montoya, comandante del Gaula de la Policía en Boyacá, confirmó que esta es una nueva forma de extorsión digital y aclaró que, en muchos casos, los delincuentes que hacen estas llamadas están presos en cárceles, usando celulares ilegales para delinquir desde sus celdas.

“Cuando se enfrenten a este tipo de situaciones no debemos entrar en crisis ni en confrontación con estos delincuentes. Hay que grabar la llamada o tomar pantallazos de los mensajes extorsivos e informar a la línea 165”, explicó Montoya.

¿Y las denuncias? La gente no come cuento

Aunque el Gaula asegura que las denuncias han disminuido en Boyacá, muchos ciudadanos todavía no denuncian por falta de confianza en la justicia. Algunos comerciantes afirman que, aun con pruebas en mano, no hay acciones concretas ni resultados contundentes, y que muchas veces se sienten completamente solos frente a estas amenazas.

“¿Y entonces qué? ¿Hay que pagar para que lo dejen trabajar? ¿Hasta cuándo la guachafita?”
Son preguntas que se escuchan en voz baja en los pasillos de muchos negocios. La impotencia se mezcla con el miedo. Y el silencio, muchas veces, se vuelve un escudo frente a una justicia que aún parece lejana para quien está detrás del mostrador.

Comerciantes en Boyacá están siendo víctimas de extorsiones telefónicas que se disfrazan de “limpieza social”. Las amenazas van desde acusaciones falsas hasta advertencias de atentados.

La violencia muta, pero no se detiene

Esta nueva modalidad pone sobre la mesa una verdad incómoda: el crimen no duerme, se transforma.
Hoy no necesitan aparecer armados en la puerta de un negocio. Basta una llamada bien estructurada, una voz firme, y el miedo hace el resto.

La extorsión digital no solo afecta el bolsillo. Afecta la tranquilidad, la libertad y la dignidad de quienes madrugan todos los días a ganarse la vida.
Y aunque las autoridades insisten en denunciar, la ciudadanía espera resultados reales. No basta con decir que “todo está bajo control”, cuando la gente sigue recibiendo amenazas, y muchos sienten que están solos frente a una red de terror disfrazado.

Ojalá a estos bandidos se les acabe la guachafita. Porque Boyacá no puede seguir permitiendo que el miedo sea quien cobre la renta.