Historia de un amor sin fin de Miguel Torres

Diego Jaramillo Salgado
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Diego Jaramillo SalgadoPor Diego Jaramillo Salgado

Miguel Torres es conocido en los últimos años por la triada de libros sobre el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán. Con un trasfondo histórico, estas narraciones se desarrollan a través de una trama en que los personajes desnudan la Bogotá que lloró la muerte del caudillo.
Ahora nos presenta la novela Breve historia de un amor sin fin. En ella desenvuelve, como telón de fondo, su propia vida. Pareciera que si dar a conocer la ilusión del amor le posibilitara recrear su iniciación en las artes dramáticas. De hecho, en la historia cultural del país es reconocido por la formación en 1970 del grupo de teatro El Local. Con montajes de obras, reseñadas en diferentes medios culturales. En esta obra hace discurrir el contexto cultural del período en la capital colombiana.
En ella el narrador aceptó la invitación de su amigo Jimmy para entrar a la academia de Ballet. Lo motivó la amistad y la posibilidad de tener un espacio diferente de su acostumbrada rutina dedicada a su dramaturgia. Lejos estaba de pensar que la aceptación de ese ofrecimiento le permitiera entrar en la ilusión posible del amor. A través de la cual conociera a Dina en una búsqueda juvenil llena de todas las ansias propias de su edad. Retrasaba su salida para hacerle seguimiento en la distancia a su despedida del lugar. Buscaba paulatinamente la forma de encontrarse con ella. Persistencia triunfante cuando logra su amistad y el disfrute de parte de su vida bohemia compartiendo espacios teatrales y tertulias con intelectuales amigos. Cuando los sucesivos encuentros crearon la necesidad de encontrarse frecuentemente; de manera intempestiva, ella anunció su desplazamiento a Brasil. El día de su despedida lo visitó, y, como no lo había hecho nunca antes, fue despojándose de su ropa y brindando su cuerpo en la que sería su entrega total y su despedida. Ese adiós, y el tiempo compartido, lo asediaron durante 45 años, sin que volviera a tener razón de ella. Al cabo de los cuales, al terminar una presentación del diario de Ana Frank que tanto los había unido, le hizo el seguimiento, casi detectivesco, a una espectadora con facciones similares a la mujer de sus imborrables sueños. Pesquisa terminada con el hallazgo de su añorada mujer, de mirada perdida, en un sanatorio. Le habló de su obra añorada, de los boleros compartidos, y de su inmenso amor. Le agarró la mano y ella accedió con su mirada. Se acercaron sus rostros y un suave y prolongado beso definió su adiós. Luego no la vería más, al ser informado de su crisis de salud y de su precipitada muerte.

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