Juansatá es un barrio de Caragua, un municipio de Boyacá. Allí, en una cancha improvisada en una calle, al lado de sus tíos Álvaro, Nelson y Florentino, nació para el fútbol de salón o microfútbol Diana Toloza Amaya, una mujer que se califica a sí misma como “valiente y decidida”.
Ella es una de las integrantes del seleccionado de su departamento y está en Manizales cumpliendo un sueño: participando en los XXII Juegos Deportivos Nacionales Eje Cafetero 2023.
“Hace cuatro años veía por televisión a mis compañeras y lo pensé. Quería estar en los Juegos. Y hoy que lo estoy, no me la creo de la felicidad», señaló la futura licenciada en educación física.
La vida de Diana ha sido una montaña rusa, superando adversidades y viendo en el deporte la oportunidad para consolidar un futuro mejor. Desde muy pequeña quedó en manos de doña Clementina, su abuela: «Ella me cuidó mientras mis padres se trasladaron hacia Santa María, también municipio en busca de mejores opciones laborales».
Blanca, su madre, es secretaria del hospital local, y Raúl, su padre, es ebanista: «Mi abuela tiene la potestad». Las muñecas fueron los primeros juguetes que Diana tuvo en sus manos: «Claro, jugué con ellas y me gustan, tengo mi corazoncito (risas), pero desde niña me encantó el microfúbol. Poníamos dos piedras en la calle, hacíamos los arcos y así jugábamos».
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Con el paso de los años, también creció y salió de su natal Caragua: «Me vine a Tunja, continué mis estudios y seguí jugando microfútbol. Eso ha sido vital en mi vida».
«Estudio educación física en la Universidad de Pamplona, entreno los niños del Club Sporting de Boyacá y laboro como árbitro de fútbol», contó la atleta, de 30 años y residente en el barrio San Ignacio.
A lo largo de su carrera, jugó la Liga Profesional de este deporte con Casanare, pero no se sintió bien: «Amo la camiseta de mi departamento, me hacía falta y por eso volví».
«Detrás de una sonrisa hay una historia y no ha sido fácil, pero acá estamos, viendo el ejemplo de mi familia», agregó Diana, cuya vida -en sus palabras- es un corre-corre: «Entreno, arbitro, dirijo, siempre estoy haciendo algo. Estar lejos de la familia es duro, pero acá me he encontrado otra familia».
Esta valiente mujer, amante del deporte y de compartir en familia, es suplente con Boyacá: «Decimos que juegan las que no juegan, la energía se siente».
Esta boyacense, con brillo en sus ojos, no se cambia por nadie, hoy cumplió el sueño y está en los Juegos Nacionales con su microfútbol, ese mismo que empezó a practicar en las calles de Juansatá, su barrio en Caragua. «Se me eriza la piel saber que hace cuatro años lo vi, lo pensé y lo soñé, y aquí estoy, además, en una ciudad bella y amable como Manizales».
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