La comunidad salió con machetes a defenderse de la delincuencia

Un video viral muestra a ciudadanos recorriendo una vereda con machetes y linternas en lo que sería una reacción ante la inseguridad. El hecho ha desatado un fuerte debate: ¿respuesta desesperada o peligroso precedente?
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“Tocó salir por cuenta propia”

La noche en una vereda de Paipa se volvió escenario de lo que podría ser una alerta seria para las autoridades. En redes sociales circula un video donde se observa a varios hombres recorriendo una zona rural del municipio, al parecer, armados con linternas y machetes. El mensaje que acompaña el video no deja lugar a dudas: “Que se vuelvan virales los frentes de seguridad en los barrios y veredas de nuestro municipio…”.

No se conoce aún el contexto completo del video, pero la comunidad lo interpreta como un acto de autodefensa. Lo cierto es que las reacciones no se han hecho esperar. Algunos celebran que, ante el silencio institucional, los ciudadanos se organicen. Otros, por el contrario, advierten que este tipo de acciones puede salirse fácilmente de control.

La línea entre el coraje y el peligro

Colombia ya ha vivido lo que ocurre cuando la comunidad decide actuar sin acompañamiento institucional. Y no ha terminado bien.
El riesgo no es solo legal: es moral, social, institucional.

Porque, aunque no se justifica hacer justicia por mano propia, también hay que decirlo: la comunidad está desesperada. Se sienten solos. Sin respaldo. Y con miedo.

Y lo más doloroso: muchos temen que si llegan a atrapar a un ladrón, ahí sí aparezca el peso de la ley… pero en contra de ellos.

¿Frentes de seguridad o vacío estatal?

El mensaje viral hace un llamado a conformar frentes de seguridad en barrios y veredas. Pero eso también ha despertado alertas.
No se trata de promover el caos, ni de romantizar la violencia. La clave aquí es entender qué está empujando a la gente a actuar así.

Si hubiera presencia institucional, operativos serios, patrullajes reales y resultados visibles, ¿la gente estaría organizándose con machete en mano? No. Esto no es valentía por deporte. Es reacción por necesidad.

No es una invitación al desorden, es una súplica de atención

Y hay que dejarlo claro: esta nota no apoya la justicia por mano propia, ni promueve la violencia. Lo que hace es visibilizar una realidad: cuando el sistema no responde, la gente explota. Y eso también es peligroso.

Desde redes sociales, varios ciudadanos han pedido que, si se organizan frentes de seguridad, estos operen como apoyo a las autoridades, no como reemplazo. La ciudadanía no quiere armarse. Quiere sentirse segura.

Lo que hoy es machete, mañana puede ser otra cosa

Hoy fue un recorrido con linternas. Mañana, quién sabe. Y si no hay acción oficial clara, rápida y efectiva, el vacío lo va a llenar el desespero.

El mensaje es directo: Paipa está gritando que necesita ayuda. Y ese grito no se puede ignorar con un comunicado.

Cuando la autoridad brilla por su ausencia, la comunidad reacciona. Pero la pregunta es: ¿estamos enfrentando el delito o abriendo la puerta a un caos peor?

Que no tengan que seguir saliendo de noche

El video de Paipa no es una rareza. Es un síntoma. Un reflejo de la rabia contenida, del abandono prolongado y del miedo acumulado.

Aquí no se trata de aplaudir el machete ni de aplaudir al criminal. Se trata de exigir que el Estado haga su parte. Que las autoridades dejen de ver los hechos desde el escritorio. Que la administración se ponga las botas y los patrullajes no sean solo para fotos.

¿Y quién escucha el grito de auxilio?

Entendemos la reacción de la gente. No es que quieran violencia. Es que ya no quieren más miedo. Lo que ocurrió en ese video es el reflejo de una comunidad que viene pidiendo auxilio hace rato, pero la administración y las autoridades presuntamente estarían brillando por su ausencia.

La gente está cansada. Cansada de denunciar, de gritar, de suplicar: “¡Administración, autoridades, por vida suyita, préstenos atención!” Y nada.

Entonces claro, se están organizando. Porque la inseguridad ya no es una noticia, es una rutina. Porque no quieren que roben más a sus vecinos, a sus hijos, a sus mayores. Y eso lo entendemos. Esto no puede ser interpretado como un acto de odio, sino como un acto de desesperación.

Esperamos que este video no sea el inicio de una cadena de violencia, sino el punto de quiebre para que las autoridades despierten.
Esto es un jalón de orejas. Uno urgente. Porque Paipa no necesita más discursos, más promesas ni más publicaciones con operativos simulados.

Necesita acción. Real. En las calles. Todos los días. La administración no solo debe aparecer en campaña. Y las autoridades no pueden seguir pensando que una foto en redes es suficiente para tapar el latente abandono.


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