Por Viccenzo D’acunti
Las palabras también matan; así pues, si la gente supiera que las palabras equivocadas destruyen sueños, relaciones, autoestima, tendrían un filtro en la garganta, sino eres capaz de engrandecer, motivar, incentivar, ser crítico y no criticón, si te queda grande admirar o amar, mejor quédate con la boca cerrada ya que las palabras también matan. Poco a poco te conviertes en un homicida social desde el punto de vista de interacción colectiva y actitudes asertivas hacia las demás personas, pierdes sin darte cuenta la capacidad de dar un visto bueno a deseos de superación, las malas expresiones, opiniones despectivas minimizan los logros de las personas, recordemos siempre que el éxito en la vida no se mide por lo que logras ni por lo que tienes, sino por los obstáculos que superas y para llegar a este punto crucial debemos aprender a reconocer nuestras debilidades y fortalezas, pero aún más importante siempre a los demás dar una voz que edifique y construya; la idea finalmente no es adular, por buscar un interés y salir del paso, el propósito es que entrenes tu conciencia para no matar mas con palabras e improperios que nada tiene que ver con el respeto y la consideración a nuestros semejantes, erradicar de tajo ese particular genotipo que caracteriza nuestra cultura y que a flor de piel nos hace razonar al instante de manera adversa a cualquier circunstancia cegándonos de lo que es realmente bueno para el prójimo; cambiemos nuestra actitud y cambiaremos el mundo; ¡Ya basta! De esa óptica quisquillosa y recalcitrante que en cada palabra que entra en nuestros sentidos la destruimos en el acto, tal parece que esa incapacidad para apreciar lo bueno de cualquier evento, es un patrón que de manera inequívoca guía nuestras vidas, no hay que vacilar más, llego la hora de sumar con buenos mensajes que motiven e incentiven a otros y no volver a pronunciar palabras y expresiones, sin olvidar de manera reiterativa que “Las Palabras También matan”.