La esperanza
Empezando a andar este 2023, en medio de una maraña de anuncios que pretenden destruir nuestra moral, volvemos a traer a la mente esas maravillosas palabras escritas en el antiguo libro del Eclesiastés: “Mientras hay vida hay esperanza, pues es mejor perro vivo que león muerto. Los vivos sabemos que vamos a morir, pero los muertos no saben nada, no tienen conciencia de nada y serán olvidados. Después de morir, uno ya no siente amor ni odio ni envidia; nunca más vuelve a experimentar lo que se hace bajo el sol”.
Lo único es la vida
Y a eso debemos aferrarnos, queridos lectores y amigos, a la certeza de la vida que es la única que tenemos, y con ella a la única certidumbre que nos queda, que es a la vez cruda pero también estimulante: que debemos seguir luchando, que seguimos en la pelea.
Los colombianos y caucanos tenemos la obligación de sembrar y cultivar la esperanza en el futuro, en una sociedad posible, incluyente, tolerante y sobretodo una sociedad en paz. Y aunque los violentos quieran acabar con la ilusión, desestabilizar, infundir temor en la gente y sobre todo quieran enviar a la sociedad el perentorio de que no les importa lo que la mayoría piensa y anhela; que les da igual las manifestaciones sociales, las voces de rechazo, las marchas, la voz general de condena a la violencia, nosotros debemos seguir haciéndolo, debemos salir a las calles siempre, a pesar de todo.
La anhelada paz
Hay que tener presente siempre que somos más, que somos inmensa mayoría los que queremos vivir en paz, los que anhelamos construir un país sobre los cimientos del diálogo y el entendimiento, y solo por esa razón, aunque no tengamos armas debemos imponer nuestra voluntad, porque somos mayoría y vivimos en un sistema democrático.
Por alguna razón estamos vivos. Hay una fuerza, una voluntad divina que así lo ha decidido. “Estamos mal hechos, pero no estamos terminados, y es la aventura de cambiar y de cambiarnos la que hace que valga la pena este parpadeo en la historia del universo”, Eduardo Galeano.
