Por Nicolás Escobar Bejarano
“Los Girasoles” de Vicent Van Gogh son una serie de cuadros pintados con la técnica de óleo sobre lienzo con unas dimensiones de 90 x 70 cm. La obra se compone de tres cuadros similares en donde aparecen diversos girasoles en un jarrón (en el primero catorce, en el segundo doce y en el último cinco).
Se cree que Van Gogh pinto estos cuadros cuando vivía en Arlés (al sur de Francia) en agosto de 1.888, lo anterior de conformidad con el retrato realizado, en el mismo año, por el pintor francés Gauguin, en donde se observa a su amigo Van Gogh ejecutando la obra de los girasoles. Este retrato se encuentra en el Museo Van Gogh de Ámsterdam.
Aunque las personas le atribuyen un motivo más trascendente, la verdad oficial es que la pintura de los girasoles simboliza la felicidad que sentía Van Gogh al saber que su amigo visitaría su casa y pensaba decorarla con ellos.
En marzo de 1987, una de las pinturas que componen la colección de “Los Girasoles”, alcanzó resonancia mundial puesto que el magnate japonés Yasuo Goto, la adquirió en una subasta por la suma de 39,9 millones de dólares, sin embargo, el debate se centró en si la obra era autentica o no. En el año 2002 y luego de extensos pronunciamientos del Museo Van Gogh de Ámsterdam y el Art Institute of Chicago, se llegó a la conclusión de que la obra era autentica pero que fue matizada por Emile Schuffenecker, lo que generó una gran polémica.
La semana pasada, la obra volvió a ser tendencia luego de que dos manifestantes de la coalición Just Stop Oil arrojaran el contenido de dos latas de sopa de tomate Heinz sobre una de las obras de la colección de “Los Girasoles” que reposa en la Galería Nacional de Londres. Este grupo busca evitar que el gobierno del Reino Unido se comprometa a conceder nuevas licencias relacionadas con la exploración, el desarrollo y la producción de combustibles fósiles que afectan el medio ambiente.
Aunque el contenido de la obra quedo intacto, el debate se centró en si esta era o no la forma de realizar una protesta pacífica, por una parte, están los que creen que la acción es válida pues visibiliza un problema que se salió de control, miles de personas padecen de hambre y frio en el mundo por causa del cambio climático y mientras tanto la humanidad está más al pendiente en cuidar un cuadro que por solucionar el problema.
