El ‘Día de la Madre’ es una de esas fechas que los comerciantes tienen marcada en el calendario con especial cariño, las ventas alcanzan niveles similares a los decembrinos. En este día parece que la humanidad se divide en dos: los que tienen la madre viva y los que no.
Madre abnegada
El arquetipo de madre es la madre abnegada, sacrificada, cariñosa, sufrida. Es el modelo que recorre nuestras expresiones artísticas, musicales, donde la ‘madre’ es el refugio natural, incondicional, cuyo valor vital está por encima de cualquier otro miembro del núcleo familiar, incluido el vínculo de pareja. El significante de la madre tiene raíces profundas en la psiquis y la cultura . Carl Jung, en su obra, los arquetipos y el inconsciente colectivo, habla del concepto de ‘lo maternal’: por antonomasia, la mágica autoridad de lo femenino; la sabiduría y la altura espiritual más allá del intelecto; lo bondadoso, protector, sustentador, lo que da crecimiento, fertilidad y alimento; el lugar de la transformación mágica, del renacer; el instinto o impulso que ayuda; lo secreto, escondido, lo tenebroso, el abismo, el mundo de los muertos, lo que devora, seduce y envenena, lo angustioso e inevitable” A pesar del significado festivo y comercial de nuestra superficial sociedad, la celebración del ‘Día de la madre tiene connotaciones profundas en la cultura.
Historia
Las primeras celebraciones del Día de la Madre se remontan a la antigua Grecia, donde se le rendían honores a Rea, la madre de los dioses Zeus, Poseidón y Hades. Los romanos llamaron a esta celebración Hilaria, cuando la adquirieron de los griegos. Los católicos transformaron estas celebraciones para honrar a la Virgen María, la madre de Jesús. En Inglaterra hacia el siglo XVII, tenía lugar un acontecimiento similar, también relacionado con la Virgen, que se denominaba Domingo de las Madres. Los niños concurrían a misa y regresaban a sus hogares con regalos para sus progenitoras. En 1873, mujeres en 18 ciudades estadounidenses realizaron una reunión del Día de la Madre. El 12 de mayo de 1907 dos años después de la muerte de su madre, la líder Ana Jervis quiso conmemorar el fallecimiento y organizó un Día de la Madre para hacerlo. A partir de entonces encabezó una activa campaña que fue extendiéndose a todo el territorio de los Estados Unidos, y claro, luego a Latinoamérica.