Jesusita Moreno de Mosquera, líder social del departamento del Chocó, fue asesinada este martes, 7 de junio. Según las autoridades, la mujer de 60 años fue baleada dentro de la vivienda de su hijo, situada en el barrio La Floresta, al norte de la capital del Valle del Cauca.
Las fuentes indicaron que el sicario llegó arribó al lugar y le disparó a Moreno frente a sus familiares que celebraban el cumpleaños de uno de sus hijos. La víctima había salido del Chocó hace tres semanas para tratar un problema de salud en Cali, donde viven algunos familiares.
Por el momento, este terrible suceso está siendo investigado. «La institución policial ha puesto a disposición toda su capacidad de inteligencia e Investigación Judicial para esclarecer este hecho y capturar a los responsables», dijo el coronel William Quintero Salazar, subcomandante de la Policía Metropolitana de Santiago de Cali.
Por su parte, el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), al conocer el crimen de la líder social, también conocida como Doña Tuta, se pronunció para rechazar lo sucedido e informó que la institución ya había emitido una alerta por la vida de la dirigente en meses pasados.
Las autoridades de Cali aseguraron que uno de los presuntos autores del crimen fue capturado y llevado a las instalaciones de la Policía Nacional en esa ciudad. «Gracias a la rápida acción de la Policía en este sector de la ciudad, se logró llevar a las instalaciones policiales a una persona identificada por la comunidad como posible agresor. Este hombre presenta anotaciones judiciales por homicidio, hurto calificado y agravado y fuga de presos», dijo la Policía de Cali.
Según la Comisión Intereclesial de Justicia y Paz, la líder recibió amenazas en múltiples ocasiones y fue víctima de atentados, así como de montajes judiciales por su reconocido rol comunitario, por ser testigos de la guerra de los grupos armados en el sur del Chocó, que se estableció allí a principios de la década pasada.
«Su voz contundente para exigir el respeto a la vida y al territorio de sus comunidades generó señalamientos, amenazas y estigmas en su contra. Ella fue, en sí misma, la voz que propició los acuerdos humanitarios para lograr el respeto a las FFMM, AGC y la guerrilla del ELN», reza un comunicado.
La líder afrodescendiente se desempeñó como registradora municipal durante varios años a finales de los 70, y también trabajó con la autoridad ambiental del departamento, sin descuidar su labor de acompañamiento y gestión con las comunidades afro e indígenas.
Indepaz también indicó que con el asesinato de Mosquera son 82 los líderes sociales asesinados en Colombia durante el año 2022, y 1.309 desde la firma del Acuerdo de Paz.