Julio trae consigo más que calor y vacaciones. También ofrece una de las mejores oportunidades del año para observar a Mercurio, el planeta más difícil de detectar a simple vista. Durante la primera semana del mes, especialmente los días 3 y 4 de julio, este pequeño astro se aleja lo suficiente del resplandor solar como para mostrarse con claridad en el cielo vespertino.
No hace falta ser astrónomo ni tener binoculares. Basta con mirar hacia el oeste, justo después de la puesta del Sol, y buscar un punto brillante cerca del horizonte. Mercurio estará ahí, discreto pero presente, ofreciendo un espectáculo que solo ocurre unas pocas veces al año.

¿Por qué ahora?
Mercurio suele permanecer oculto por la luz solar debido a su cercanía al Sol. Sin embargo, este 4 de julio alcanza su máxima elongación oriental, es decir, su punto más alejado del Sol hacia el este en el cielo. Esto lo convierte en el momento ideal para observarlo sin interferencias.
Además, el día anterior, el planeta pasó cerca del Cúmulo del Pesebre, un grupo de estrellas que forma una nube luminosa en la constelación de Cáncer. Quienes miraron el cielo al amanecer del 3 de julio pudieron ver a Mercurio junto a este cúmulo estelar, en una escena que no requiere más que paciencia y un horizonte despejado.
Cómo encontrarlo
Para ubicarlo fácilmente, extiende el brazo con la palma hacia arriba justo donde el Sol se oculta. Coloca el pulgar en el punto del horizonte donde desaparece el Sol. Mercurio estará cerca del meñique, un poco más a la derecha. Este truco sencillo puede ayudarte a identificarlo sin necesidad de mapas estelares.
Más allá de Mercurio
Julio también ofrece otros eventos astronómicos. Venus brilla intensamente en el este durante las mañanas, Marte se deja ver al oeste tras el crepúsculo, y Saturno asciende cerca de la medianoche. Pero Mercurio, por su rareza y dificultad, se lleva el protagonismo esta semana.