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Buenos Aires amaneció más triste que nunca, el pueblo argentino no para de llorar por la partida del astro del fútbol Diego Armando Maradona.
Apenas conocieron la noticia, miles de personas se congregaron en los sitios emblemáticos de la ciudad como el Obelisco, el estadio La Bombonera, el estadio de La Paternal y otros tantos estadios donde alguna vez el ‘Pelusa’ derrochó magia con esa zurda inmortal.
El Gobierno Argentino, en cabeza de Alberto Fernández, decidió que el funeral de Maradona fuese en la Casa Rosada, la sede presidencial.
Miles de personas se congregaron a las afueras de la Casa Rosada para ver por algunos segundos al famoso diez que ya no está entre nosotros.
Las filas eran interminables, por horas esperaban pacientemente su turno para llegar hasta al féretro de Diego.
Escenas desgarradoras de dolor se observaron en la velación, aficionados de todas las edades lloraron a su ídolo fallecido. Horas después se llevaron el féretro de Maradona para evitar más disturbios.
Los últimos instantes
Lo más triste de la partida de Maradona es que a la hora de partir no lo acompañaba ningún familiar cercano.
Gente cercana al diez señaló que el jugador falleció en su casa de la localidad de Tigre, en Buenos Aires tras una descompensación.
Diego estaba alojado en ese lugar desde el pasado miércoles 11 de noviembre tras someterse a una operación por un hematoma subdural en su cabeza en la Clínica Olivos, nueve días antes.
Maradona se levantó esa mañana en buen estado, como durante los días previos, tomó la medicación indicada por los médicos y se fue a recostar, una rutina que cumplía habitualmente desde su alta del sanatorio.
Cuando estaba en la cama sufrió un problema cardíaco que alertó a todos los presentes, que intentaron reanimarlo pero no reaccionó.
Al momento de su muerte, no había familiares en la casa y lo acompañaban una enfermera, una asistente terapéutica, un psicólogo, un psiquiatra, otros médicos y la gente de su entorno de los últimos tiempos.