Para ver más noticias escalofriantes ingrese AQUÍ
Ya habíamos dicho que lo del sicariato y las muertes violentas en la capital del Cauca estaba adquiriendo una dramática ‘normalidad’ y eso es el principio para volvernos más insensibles frente a la tragedia que significa la muerte de un ser humano a manos de otro.
Almuerzo mortal
A plena luz del día, a la hora del almuerzo, en un restaurante del barrio El Limonar en el sur de Popayán, dos asesinos llegaron con el propósito de acabar con la vida de un individuo que permanecía en el interior del establecimiento. Dos personas de seguridad de la víctima del ataque reaccionaron y se armó un tiroteo. Una persona que en esos momentos salía de comprar un almuerzo recibió uno de los proyectiles y perdió la vida.
Mala suerte
Estaba en el momento y lugar equivocados. Terrible. Decenas de curiosos se arremolinaron alrededor de la escena para observar al hombre ensangrentado al que se le escapaba la vida entre espumarajos rojos. Entre los espectadores había muchos niños. Pequeños a los que les quedará la impronta de aquel hombre a punto de abandonar este mundo. Para esos pequeños será mucho más normal que para nosotros una muerte violenta. Lo contarán con emoción a sus compañeros de escuela o de juegos, como si se tratara de una gran hazaña. “Yo vi al ‘man’ que mataron en el restaurante, estaba todo lleno de sangre….”, dirá.
La realidad
Esos hechos que son reales, factuales, se entremezclan con la serie de violencia que verán por las noches en la TV, con los juegos de video en los que se premia al que mate con mayor destreza y efectividad, y entre la TV, el cine y el internet, quedarán atrapados en una red pegajosa de cultura violenta de la que difícilmente
podrán escapar.
No hay compasión
En la cultura de la violencia no hay espacio para la compasión, la solidaridad y la empatía. Mejor ser el que mata que el muerto; mejor el verdugo que la víctima, mejor el sicario que el objetivo. Para romper esta red y este pensamiento dañino no hay otro camino que el de la educación. Para ir en contra de una cultura de violencia, debemos educar a toda la sociedad, pero centrándonos especialmente en los infantes, hacia una cultura de la paz. Se trata de que los niños se conmuevan para que reaccionen y modifiquen sus comportamientos, sus actitudes, sus valores, sus conductas.
Jair A. Dorado