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Las mujeres han accedido a espacios profesionales que antes eran casi exclusivos de los hombres, no porque no fueran capaces si no porque la cultura y el machismo las alejaban. Y no resulta nada raro ver mujeres en posiciones de autoridad en todas las áreas. Mujeres científicas, presidentas, ejecutivas, en transbordadores espaciales, y un largo etcétera. Pero también en lo malo ganan terreno. Muchas mujeres se han hecho tristemente célebres como cabecillas mafiosas, dirigiendo o participando en organizaciones criminales de todo tipo, incluso las de nivel más bajo: las del ‘raponeo’ callejero.
Como siempre en Santa Inés
Y como siempre el sector del barrio Santa Inés y aledaños, es escenario preferido entre los hampones de moto y puñal, donde ya se ha visto a dos chicas jóvenes haciendo sus prácticas como malandrinas de poca monta. El otro día las cámaras de seguridad registraron a una de estas chicas como copiloto de un inútil de estos que se consiguen como novio compinche, ejecutando el robo a una mujer. Pues en un último video es la joven (otra distinta a la del primer caso) la que conduce la moto de la huida mientras su cómplice despoja de un teléfono a una muchacha que transitaba desprevenidamente.
Un botín ridículo
Qué triste hombre que estas chicas jóvenes con todas las capacidades y la energía del mundo acaben de esta manera buscando al descuidado que dé papaya para llevarse un botín ínfimo. Es una pena tanta juventud echada a perder. Supongo que algo habrán aprendido de sus padres o del entorno en el que viven, donde el robar es un oficio ‘decente’. O es porque les faltó la figura paterna o si la tienen no tiene nada de respetable y por lo tanto ya vienen espiritualmente y emocionalmente desfiguradas, carne de cañón para estos energúmenos que se las llevan como compañeras del delito. O es que solo fueron criadas por una madre soltera luchadora que se desloma de sol a sol para darle lo que puedan, mientras estas desvergonzadas andan en la calle sin rumbo.
Los Kevin o los Brayan
Lo que no les han dicho los Kevin o los Brayan de turno, esos que las persuaden, que las captan para sus fechorías, es que a veces la aventura no sale bien. No les han contado que la ‘adrenalina’ y la ‘emoción’ se convierte en pánico. Que a veces algo ocurre que impide la huida y una turba sedienta de justicia y de sangre les puede caer encima y es ahí cuando recordarán a su madre sacrificada.
Jair A. Dorado