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Personal médico exhausto, la ciudad de Popayán y el departamento confinados nuevamente frente al avance implacable del coronavirus. Ese es el panorama actual de la pandemia en nuestras tierras. Pero hay algo peor, la irresponsabilidad de la gente que parece no comprender la gravedad de la situación sanitaria. Este fin de semana de toque de queda y aislamiento muchas personas se entregaron a la fiesta. Como si hubiera algo que celebrar. Si estas medidas restrictivas de movilidad no van acompañadas de mano dura de las autoridades que verdaderamente hagan cumplirlas, no sirven de mucho. Y no solo se trataba de celebraciones en residencias, nos llegaron noticias de fiestas privadas con invitaciones hechas por redes sociales en establecimientos de ocio. No se sabe que más tiene que ocurrir para que la gente actúe con responsabilidad civil. Y esto no es nuevo, recordemos lo sucedido el año pasado en la celebración del día del Padre. Fue tanta la inconciencia que ya desde aquel entonces el Gobierno advertía que sin seguíamos en esa dinámica la situación iba a agravarse y no se descartarían restricciones más radicales. Y aquí estamos, medio año después confinados, y sin muchas esperanzas en una solución a corto plazo.
El ministro de Salud dijo en ese entonces que aquí no hay lugar para fiestas, además recordó la autoridad y la responsabilidad que tienen los alcaldes para contener cualquier desmán y cualquier situación. Más claro que el agua. “Recordemos que hay sanciones muy claras previstas incluso en el Código Penal por lo que pueda contribuir afectar la situación de una epidemia en Colombia”, dijo el funcionario.
“No quisiéramos llegar allá pero es muy probable que tengamos que tomar las medidas más drásticas para poder hacer que exista disciplina social y que el distanciamiento físico sea real”, concretó el ministro. Pero no se tomaron dichas medidas e incluso desde el mismo Gobierno hubo un cambio sutil en el discurso: empezó a ser más importante la reactivación que la bioseguridad y el autocuidado.
El lugar común y la principal causa de esta situación tenemos que buscarlos en la irresponsabilidad ciudadana.
Por más que queramos echarle la culpa al Gobierno de todos nuestros males, la mayoría de problemas vienen generados por nuestros problemas de comportamiento. Parece que solo a punto de comparendos, multas y sanciones, debemos recordar que estamos en pandemia. Pero a veces nos traiciona nuestra naturaleza informal, festiva, nuestra sangre latina y no vemos más allá, no llegamos a plantearnos la idea de que en cada imprudencia nos podríamos estar jugando la vida. Hemos aguantado lo más ahora toca lo menos, porque al final lo que queremos todos es volver a la normalidad, a trabajar, a disfrutar a nuestros seres queridos.
Al principio de la pandemia la gente se planteaba interrogantes como ¿Conoce usted a alguien con Covid-19? Como pretendiendo desconocer la realidad de la pandemia. Pero las cosas han ido cambiando y a muchos nos ha tocado ver enfermos en nuestras propias familias. Aún estamos a tiempo de evitar una tragedia de mayores proporciones. Recordemos que el país ya suma 50 mil muertos por coronavirus. El mismo número de familias que hoy lloran un ser querido irrecuperable.