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El mes pasado el Comité de Cafeteros del Cauca planteó en la Asamblea Departamental una propuesta que nos pareció pertinente y relevante, teniendo en cuenta los tiempos que corren: que se invirtieran los recursos del Sistema General de Regalías preferentemente en el sector rural. En concreto los cafeteros propusoeron la iniciativa ‘Incentivo a la capitalización rural’, una herramienta para alentar a la economía en el actual contexto de reactivación, y un instrumento legal que ya dio buenos frutos al departamento en 2008 cuando se lograron renovar 22 mil hectáreas de café.
La idea es realizar un gasto ‘inteligente’ con los dineros que entran al departamento y aplicarlo sobre los proyectos agrícolas locales para revitalizar la economía que ha sufrido el impacto de la recesión por cuenta de la pandemia.
En concreto se propone que mediante este Incentivo a la Capitalización Rural del Cauca, ICRC se financie un 20% del costo de los proyectos productivos a pequeños productores, comunidades étnicas, mujeres rurales, víctimas del conflicto armado, población desmovilizada, reinsertada y reincorporada. Y se puede sumar con otro 20% que pondría el ICR nacional por medio del Ministerio de Agricultura, Finagro”, explicó el presidente del Comité de Cafeteros del Cauca.
Mediante este sistema los recursos de regalías se convertirían en verdaderos impulsores de los procesos locales de creación de riqueza.
Sin embargo, desde la Administración Departamental no se hace esa misma lectura. El Plan de Desarrollo Departamental del Cauca ‘42 motivos para avanzar’, presenta una enorme incoherencia entre el momento histórico por el que atraviesa el país y por supuesto el Cauca, (un escenario de recesión económica) y la prioridad de la inversión que se ha proyectado para este periodo de Gobierno, una prioridad abiertamente incompatible con la naturaleza y la vocación económica del departamento.
Como ya habíamos dicho el plan departamental plantea invertir el grueso de los recursos, más del 70 por ciento en la línea estratégica ‘equidad para la paz territorial’, una inversión básicamente social.
Dentro del plan, el objetivo de la línea ‘Dinámica económica e infraestructura’ que tiene como propósito fomentar el desarrollo socioeconómico, la conectividad, la innovación, el emprendimiento, la productividad y la dotación de infraestructura, solo recibirá un 23 por ciento del total de las inversiones. Si tenemos en cuenta el contexto actual de recesión económica, la crisis mundial del petróleo, la pandemia, factores que en su conjunto han generado la necesidad de realizar ajustes, y recortes presupuestales y financieros del gobierno central, es fácil advertir que esa distribución del gasto no es inteligente. Es ahora cuando se hace necesario que los gobiernos locales promuevan un gasto sensato con el objetivo de salir de la recesión y promover la reactivación de las dinámicas económicas. En ese sentido el plan departamental de desarrollo está desenfocado, no le da prioridad a la agricultura, al comercio, turismo, industria, etc. Y si a esto le sumamos la comprobada ineficiencia en la elaboración de proyectos para poder aplicar los recursos de las regalías no existen garantías de que los recursos del plan vayan a tener un impacto real en la salida de la crisis y en el mejoramiento de la calidad de vida.