La gente ya no le come tanto cuento a los polítiqueros, a los discursos encendidos, a las palabras falsas, a las promesas que no se han de cumplir. Y eso se puede considerar positivo. Pero mucha pobreza ha tenido que vivir el pueblo para que empiece a reaccionar, poco a poco. Los jóvenes campesinos ya no tienen la candidez de sus mayores que les abrían de par en par las puertas a los doctores que llegaban a sus ranchos, les mataban gallinas, les fiaban refrigerios.
“Ratas de alcantarilla”
Ahora hay jóvenes líderes curtidos por la inclemencia de las adversidades y las decepciones que ya no se cortan para llamarles “ratas de alcantarilla” a los representantes de la empresa de servicios y a los dirigentes que los tienen sin aguan potable cuando en nuestras tierras lo que sobran son ríos. Si, efectivamente retomamos el tema de la editorial sobre el tristemente famoso acueducto de Mercaderes, construido literalmente al revés.
Los antiguos romanos que construyeron maravillosos acueductos para llevar el vital líquido a lugares yermos; los árabes, maestros también en estos temas, deben estar retorciéndose en sus tumbas mirando en lo que han quedado sus conocimientos sobre el manejo, la conducción y el aprovechamiento del agua usando la simple fuerza de gravedad. A estos ingenieros que construyeron el acueducto de Mercaderes, sus tanques, bocatomas y tuberías, que parecen desconocer que el agua y la gravedad son como hermanas inseparables, ya les hubieran cortado la cabeza.
Una verguenza nacional
Y es que uno ve esa estructura desvencijada, esos tanques tan rupestres, de unos terminados tan ‘bruscos’ por no decir otra cosa, esas válvulas oxidadas, esas aguas turbias, y no se explica cómo es que ese adefesio que no sirve para nada puede haber costado en total 8 mil millones de pesos. Estaba para unos meses en el 2013, cuando arrancaron la obra y se tardó 3 años. Luego, como vieron que no funcionaba, le metieron otros 6 mil millones, ¡Qué caramba!, para eso hay plata. Pero tampoco funcionó. Ahora los pobladores ya perdieron la esperanza y se buscan la forma de conseguir el agua con motobombas, pozos o lo que haga falta. Normal que los insulten y normal que ya casi nadie les crea, e insólito que sigan yendo por allá en busca de votos. El cinismo no tiene límites.