El Salado recuerda la masacre del 2000: uno de los ataques más atroces de paramilitares del Bloque Norte de las AUC
Carmen de Bolívar, 20 de febrero de 2025 – Entre el 16 y el 21 de febrero del año 2000, el corregimiento de El Salado, en Carmen de Bolívar (Bolívar), fue escenario de uno de los ataques más atroces perpetrados por paramilitares del Bloque Norte de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Este crimen, que marcó la historia reciente del país, dejó un saldo de al menos 60 muertos, aunque algunas fuentes afirman que la cifra podría ser aún mayor.
Durante esos días, la comunidad de El Salado vivió momentos de terror, cuando los paramilitares, en una operación que buscaba sembrar el miedo y controlar la zona, tomaron el corregimiento por completo, asesinando a hombres, mujeres y niños, y desplazando a la mayoría de los habitantes. La violencia desmedida incluyó secuestros, torturas y quemas de casas, dejando una huella indeleble en la memoria de los sobrevivientes.
El ataque fue parte de una estrategia más amplia de los grupos paramilitares en la región Caribe, en un contexto de enfrentamientos con guerrilleros y fuerzas armadas del país. Sin embargo, el crimen en El Salado fue especialmente brutal y dejó una marca profunda en la comunidad, que hasta hoy lucha por la reparación de las víctimas y la memoria histórica de lo ocurrido.
Hoy, 25 años después, la masacre sigue siendo un recordatorio de la violencia extrema que vivió Colombia durante las décadas más oscuras de su conflicto armado. Las víctimas, los sobrevivientes y las organizaciones sociales continúan exigiendo justicia y la búsqueda de la verdad, mientras que el corregimiento de El Salado intenta reconstruir su tejido social, a pesar de las secuelas de aquella tragedia.
El gobierno y las autoridades judiciales, por su parte, siguen investigando los hechos, aunque muchas de las responsabilidades aún permanecen sin ser esclarecidas. La masacre de El Salado es un capítulo doloroso en la historia del conflicto armado en Colombia, y sigue siendo un símbolo de las atrocidades cometidas por los grupos paramilitares en las regiones más afectadas por la violencia.