Tragedias estéticas 

 

Muchas familias hoy lloran la muerte de chicas jóvenes que en decisiones temerarias, se han sometido a cirugías estéticas que a la postre les ha costado la vida. Mucho ojo, docentes y padres de familia con sus hijos, pues la sociedad actual está ejerciendo una presión casi violenta por la imagen. Se está distorsionando la percepción de las personas sobre sí mismos y está generándoles problemas sicológicos muy graves. 

La trampa de la belleza 

Según la doctora, Maria Humbert Escario, la dismorfofobia o “trastorno dismórfico corporal” es una patología que va más allá de la obsesión por la belleza y la imagen corporal. Esta preocupación excesiva está a la orden del día en una sociedad que da más importancia de la que debería a la juventud, la estética y la salud, poniendo estos tres factores al mismo nivel. Esta obsesión es más frecuente en aquellas personas que son más influenciables por los demás. Dichas influencias son difundidas por los medios de comunicación y por la presión del grupo social, sobre todo, en los jóvenes. Además, esta tendencia se ha igualado entre ambos sexos: lo que hace unos años era más común en chicas, ha alcanzado el mismo papel en los varones. Se trata de un cuadro clínico incapacitante que, quien lo padece, siente una intensa preocupación por los “defectos” de su físico, prácticamente insignificantes para el resto. Esta obsesión ocupa entre tres y ocho horas al día y es muy complicado resistirse y controlarla para quien la padece. Además, estas personas desarrollan comportamientos y actos mentales como la constante comprobación de sí mismos de forma repetida y excesiva. Quien sufre dismorfofobia presenta un malestar constante que mina su autoestima, dificultando todas las áreas de su vida. 

Causas profundas 

Esta enfermedad está relacionada con el entorno, además de factores genéticos y fisiológicos. Por ejemplo, elevadas tasas de abandono y abusos en la infancia y prevalencia en la familia de primer grado de trastorno obsesivo-compulsivo y alteraciones en la serotonina. Los especialistas en Psiquiatría establecen que la clave para reducir la prevalencia de este trastorno es aprender a dejar a un lado la superficialidad de la sociedad actual. Para ello, lo ideal sería una educación basada en el respeto de las diferencias individuales y apreciando los valores del ser humano 

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