El fallecimiento del papa Francisco el 21 de abril de 2025 marca un momento decisivo para la Iglesia Católica. Ahora, con la sede pontificia vacante, se activa el proceso para elegir a su sucesor, un evento que definirá la dirección del catolicismo en los próximos años.

Cómo funciona el cónclave
El cónclave, conocido por su carácter privado y solemne, reúne a los cardenales menores de 80 años de todo el mundo para la elección del nuevo pontífice. Este proceso tiene lugar en la Capilla Sixtina, bajo los frescos de Miguel Ángel. Este año, se espera la participación de 138 cardenales provenientes de 71 países. Aunque cualquier católico podría ser elegido como papa, históricamente la elección recae en un cardenal.
Durante el cónclave, los cardenales se aíslan completamente para garantizar la imparcialidad de la votación. No pueden utilizar teléfonos, internet ni ninguna comunicación externa. Además, se emplean inhibidores de frecuencia para evitar filtraciones. La elección exige una mayoría de dos tercios, y si no se alcanza en las primeras votaciones, el proceso continúa hasta lograr el consenso necesario.
El cónclave a través de la historia
Este rito tiene siglos de antigüedad y ha experimentado cambios a lo largo del tiempo. Mientras que en el pasado algunos procesos podían extenderse por años, como el cónclave de 1241 que eligió a Celestino IV, en la era moderna suelen ser más rápidos. Por ejemplo, el cónclave que eligió al papa Francisco en 2013 se completó en solo dos días con cinco rondas de votación.
Una nueva etapa para la Iglesia
La elección del nuevo papa será crucial para determinar cómo la Iglesia enfrentará los desafíos contemporáneos. Desde temas sociales hasta el fortalecimiento de la fe en una era de cambios globales, el futuro líder católico deberá guiar a millones de fieles.
Cuando la fumata blanca aparezca en el cielo, señalando que se ha elegido un nuevo pontífice, comenzará un nuevo capítulo en la historia del Vaticano, con un líder que marcará el rumbo del catolicismo para los años venideros.