Una masacre más

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Tristemente tenemos que volver a hablar de masacres en el Cauca. Ya hemos perdido la cuenta del número de homicidios múltiples sucedidos en el departamento. Para tener una idea aterrizada hay que recurrir a las estadísticas, y cuando es necesario hacerlo es porque el fenómeno se ha repetido muchas veces, los episodios se superponen unos con otros, la línea de tiempo se desdibuja y finalmente los acontecimientos se pierden en la memoria. Y de la misma manera en que hemos perdido la cuenta de los hechos violentos, también sucede con los consejos de seguridad que se organizan posterior a un derramamiento de sangre como el sucedido en estos días en zona rural de Santander de Quilichao, donde unos tipos encapuchados irrumpieron en una fiesta familiar y acabaron con la vida de tres miembros de una misma familia. Después de estos consejos de seguridad, las autoridades toman medidas puntuales para dar con el paradero de los criminales, se suelen ofrecer recompensas millonarias, se realizan operativos conjuntos entre Ejército y Policía, se habla de recurrir a la inteligencia, en fin. Y se habla, sobre todo se habla. Pero como dijo el secretario de Gobierno de Santander de Quilichao, los municipios caucanos más golpeados por la violencia, se sienten de alguna manera desamparados, y piden más apoyo del Gobierno, un apoyo permanente, que no se trate de acciones pasajeras, mientras pasa la tormenta mediática, sobre todo en casos tan tremendos como este último donde los sicarios no encontraron un momento más propicio que una celebración de 15 años, un momento anhelado y maravilloso, en la vida de una jovencita que por cuenta de esta locura en la que vivimos, se convirtió en una amargo recuerdo que no olvidará jamás.  Por otro lado, no se puede pedir mucho a un consejo de seguridad, la fuerza pública en muchas ocasiones se encuentra en franca desventaja frente a los grupos armados al margen de la ley, sus recursos son limitados y su presencia no es muy grata para las comunidades étnicas que los meten en el mismo saco de las disidencias y los demás grupos armados, sin hacer diferencia entre lo que es legítimo y lo que no.  Pero sobre todo es iluso pedir a un consejo de seguridad que solucione las causas centrales de una violencia estructural, de enorme complejidad, cuyas causas tienen muchas vertientes y que se alimentan todas de un mismo sustrato, la enorme desigualdad económica, el atraso, la falta de oportunidades para los jóvenes, el malestar social en general.

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