Jesús Arcos Solano
Por la década de los 90, ocupaba el cargo de Supervisor de Educación; en virtud del mismo, se me asignó la misión de practicar Evaluación Institucional al Colegio Agropecuario de Santa Rosa “José Acevedo Gómez”, ubicado en plena Bota Caucana. No de buena gana, los supervisores aceptábamos esta clase de encargos, por lo lejano del lugar y dificultades que ofrecía el traslado. Para llegar a Santa Rosa, hay que pasar por los pueblos de Timbío, Rosas, San Miguel, La Sierra, La Vega y San Sebastián. Desde Rosas, la carretera era destapada, hoy está pavimentada. En la época de la misión no había carretera a Santa Rosa, se hallaba en construcción, el recorrido era en caballo. Hasta más allá de San Sebastián había trasporte en carro. Aquí esperaban las caballerías, el camino era fangoso, tiempo de invierno. Se podía decir: ¡A Santa Rosa o al charco! El viaje, en gran parte, bordeaba el río Caquetá, bastante caudaloso. Para atravesarlo había un puente colgante, exclusivo para uso de las personas; dado el peligro del río. Los caballos pasaban por el río, conocían muy bien el recorrido. El puente, según versiones de los vecinos del lugar, lo construyeron los mismos usuarios. De La Vega hacia adelante se notaba la laboriosidad de sus habitantes, dedicados a la agricultura. Cabe aclarar que para llegar a Santa Rosa, era más viable por la vía de Mocoa, dar la vuelta por Pasto. La gente santarrosana es muy cordial; a los visitantes nos dispensaron especiales atenciones; conocían el objetivo de la comisión oficial; cual era, el dar aprobación al Colegio para que los estudios tuvieran validez y los alumnos no se desplazaran a otro lugar. Esta aprobación beneficiaba a los padres de familia, evitaban gastos. Estos apartados lugares carecían de servicios públicos, como la luz. Por estos parajes, guardo simpatía, porque algunos compañeros de estudio de la Normal “José Eusebio Caro”, fueron oriundos de Santa Rosa, como León Segundo Bravo, entre mis mejores amigos; junto con Gabriel Gómez; ambos de la 1ª promoción. También Custodio Hurtado; vive en Mocoa, excelente amigo, poseedor de gran cultura y buen trato, Manuel Guerrero; ya fallecido, como León Segundo. Custodio y Manuel de la 2ª Promoción. De estos contornos vino también Pablo Cruz, de los mejores estudiantes; hoy muy bien relacionado como destacado abogado en Bogotá. Santa Rosa es un pirontesco lugar, que merece mejor suerte.