Capturaron a alias «Sarco»

Los duitamenses se cansaron de los hampones… y actuaron

La noche del miércoles 16 de abril, un grupo de taxistas de Duitama decidió pasar del miedo a la acción. Después de días —o incluso semanas— de sentirse amenazados, tomaron la decisión de salir a buscar a quien señalan como su principal intimidante: Carlos Andrés Torres, conocido como alias ‘Sarco’.

La captura se dio en el barrio San Carlos, alrededor de las 9:10 p.m., luego de que los conductores lograran ubicarlo, interceptarlo y retenerlo hasta que llegó la Policía Nacional. El sujeto fue entregado a las autoridades sin lesiones, pero el mensaje que quedó en el aire fue claro: la gente está harta.

¿Quién es alias ‘Sarco’?

Aunque aún no hay pronunciamiento oficial de la Fiscalía sobre procesos activos, la comunidad lo señala como un presunto agresor recurrente. Según versiones ciudadanas, habría estado intimidando a estudiantes de colegios como el Instituto Técnico Industrial Rafael Reyes, entre otros, así como a conductores de servicio público, especialmente taxistas, a quienes —según ellos— amenazaba constantemente.

No se trata de un caso aislado, ni de un simple incidente entre particulares. Este hecho se ha convertido en símbolo del miedo acumulado y del hartazgo social que se vive en Duitama.

¿Qué dice la ley si se confirma lo denunciado?

Si las autoridades confirman que alias ‘Sarco’ incurrió en amenazas reiteradas, intimidaciones y perturbación a la seguridad ciudadana, podría ser procesado por los delitos de:

  • Amenazas (Art. 347 del Código Penal Colombiano)
  • Perturbación a la convivencia escolar, si se establece que las intimidaciones fueron en contexto educativo
  • Acoso, si se demuestra que hubo hostigamiento persistente

Además, si alguna víctima menor de edad fue intimidada, el agravante por condición de vulnerabilidad podría aumentar la pena. Pero el gran reto, como siempre, será la judicialización real. Porque si no hay denuncia formal, si no hay pruebas, si no hay actuación fiscal sólida, todo quedará en una simple detención sin efectos. En fin… amanecerá y veremos.

¿Y las autoridades? ¿Van a reaccionar o serán espectadores?

Este hecho vuelve a dejar expuesto el vacío institucional que se siente en Duitama. La captura no fue resultado de una investigación oficial. Fue una acción ciudadana. Fue gente que decidió actuar porque ya no se siente protegida.

Y eso, aunque se valore la valentía, es también un campanazo de alerta peligroso. Porque la seguridad no puede depender del coraje del pueblo. Tiene que ser garantía del Estado.

Ahora bien, tampoco se puede desconocer que en los últimos meses se han visto más acciones por parte de la Policía y la administración municipal: operativos, patrullajes, capturas, campañas y articulación interinstitucional. Todo eso es real. Pero también lo es que, si esas capturas no se convierten en procesos judiciales sólidos, si no terminan en condenas efectivas, el mensaje queda a medio camino.

Una captura sin castigo es casi como no haber hecho nada. No puede ser que esto se convierta en una puerta giratoria, donde el delincuente entra por una estación y sale al otro día como si nada, listo para seguir atemorizando a la comunidad.

Y lo mismo va para las estrategias de la administración: se valoran los programas, se reconocen las intenciones, pero ¿Qué tan de fondo están llegando esas acciones si la delincuencia sigue desbordada? En Duitama, cada día hay nuevos casos.

Lo detuvieron porque nadie más lo hacía. Y si esto no es una señal para las autoridades, ¿entonces qué sí lo es?

Cuando el miedo se convierte en motor

Que unos taxistas se hayan organizado para capturar a un presunto agresor no es un dato curioso: es una alarma. Es una muestra de que la gente está perdiendo la confianza en las autoridades.

Este caso no debe ser un cierre: debe ser el comienzo de una investigación seria. Que se determine si alias ‘Sarco’ ha cometido delitos. Que se escuche a las víctimas. Que se tomen medidas.

Porque hoy fue una captura. Pero si nadie hace nada, mañana será un linchamiento. Y entonces el Estado llegará… pero para apagar lo que no supo prevenir.


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