
(→Te interesaría leer «La Última Pregunta«←)
La mañana
Un buen día inicia con un buen descanso previo. La luz del alba contiene una energía que contagia al ser con la simple contemplación. Detenerse a mirar la creación hace que comencemos nuestro día con una disposición llena de buena energía. Si tenemos la fortuna de contar con tiempo y un buen desayuno, obtendremos lo suficiente para darle frente al porvenir de la jornada.
La tarde.
Es el apogeo del sol, cubierto de nubes o no, estamos en el ombligo de la fecha, se hace pesado y lento a veces. Ha llegado el momento de ingerir el almuerzo para obtener fuerza, aunque se demore en hacer efecto, una sensación de sueño o cansancio se puede apoderar en cierto momento, pero el impulso que tomamos desde temprano, debemos conservarlo. Por mas dura que esté la tarde, la actitud juega un papel importante para seguir en pie.
La noche.
La jornada productiva pudo haber acabado y tenemos un tiempo recreativo o de descanso. Está siempre bien merecido darnos un gusto sin culpas, depende en qué medida para no afrontar consecuencias, pero merecido al fin y al cabo. Recomiendan no comer mucho para no darle tanto trabajo al estómago y conservar un buen aspecto. Se acaba nuestra rutina, y dependiendo en que parte de la semana estemos, podremos disfrutar de la noche o disponernos a un correcto descanso.
Círculo vicioso
De aquí para allá y de acá para allá, no importa dónde, cuándo, qué o cómo, estamos en espirales dando vueltas, hay una verdad que no para de serla. Hace años sonó una canción que en su letra se repite la frase: “Y van a trabajar para ganar el dinero con que comprar la comida para poder tener la energía para ir a trabajar”
La rutina
La rutina puede proporcionarnos los alimentos para nuestros cuerpos pero puede llegar a socavar el alma. Dentro de la rutina en que estamos inmersos, se aconseja romperla en ciertos momentos. Desde cambiar nuestras rutas por donde nos movemos, hasta disponernos a actividades nuevas, el ser siente que no solo venimos a este mundo para ser útiles, que entre vivir y sobrevivir hay una gran diferencia.