Nicolás Escobar Bejarano

El antisemitismo en Colombia

Nicolás Escobar BejaranoPor Nicolás Escobar Bejarano

Que la realidad del mundo en el que vivimos – o que nos tocó vivir- sea mucho más flexible no significa que todo el tiempo haya sido así, por eso la historia que contaré es simplemente aberrante pero necesaria para construir esa memoria colectiva que no podemos olvidar. Entre 1930 y 1940, cerca de 300 mil europeos de origen judío tuvieron que salir despavoridos del Antiguo Continente para poder salvar su vida del régimen nazi que empezaba difundirse por todo el mundo, según cuentan los libros de historia, Colombia recibió a cerca de 6.000 personas. También lo hicieron Argentina (45.000), Brasil (25.000) y Chile (15.000). El panorama se complica cuando figuras de la política colombiana como Laureano Gómez, que para aquel entonces era un joven diplomático que ocupaba el cargo de embajador en Alemania – lugar en donde observa fascinado el nacimiento del nazismo -, deciden junto a su antecesor Gilberto Álzate Avendaño traer las ideas antisemitas a Colombia, replicando de esta manera el suceso histórico denominado “La noche de los cristales rotos en Bogotá”,  que básicamente consistía en incitar la violencia contra inmigrantes judíos a tal punto de apedrear sus establecimientos de comercio. Otros de los expositores del antijudaísmo en Colombia fueron Luis López Mesa – ministro de relaciones exteriores- quien decía que “Los judíos tienen una orientación parasitaria de la vida” y “sus costumbres invertebradas de asimilación de riqueza por el cambio, usura y truco detendrán el país”; por su parte el periodista Enrique Santos Montejo – así es señor lector, miembro de la familia Santos los dueños de “El Tiempo”-  afirmaba que “El judío de Europa central representa uno de los tipos humanos más bajos”; Pero volvamos a Laureano Gómez, quien desde el diario El Siglo se dedico a emitir duros y despectivos comentarios antijudíos como “(…) raza hebrea, pues tales elementos, transmisores de enfermedades que constituyen seria amenaza para nuestra raza, y portadores de costumbres antagónicas a las del pueblo colombiano” frases que terminarían de insignia para liderar el plebiscito de 1942 que tenía por objetivo expulsar a los Judíos del territorio colombiano. Como si todo lo anterior fuese irreal, en 1942 Laureano Gómez presentaría al senado el proyecto de Ley Antisemita, bajo el argumento de que “el enemigo primero de los judíos es el catolicismo”.  Finalmente, el proyecto no logro evolucionar a la categoría de ley.  Lo mas triste de asunto es que los herederos actuales del odio y las guerras que iniciaron sus antepasados desean perpetuarlas para poder mantener el poder político y económico en Colombia. Los nietos que replican las ideologías no pueden salvar a la nación.