El cáncer de la compra de votos

Estamos en plena campaña electoral, los candidatos andan frenéticamente de aquí para allá, visitando barrios, veredas y pueblos con el objetivo de ‘arañar’ todos los votos posibles mediante propuestas y discursos, pero también sacando plata del maletín para invertir en publicidad, dádivas, regalos, obras y demás. Claro y directamente comprando votos, que es algo que no suele decirse en público porque parece vergonzoso, pero en realidad es una práctica extendida en democracias de países en desarrollo como Colombia, y en regiones deprimidas económicamente como el Cauca. Pero en realidad qué significa comprar votos. Según la academia “se entiende por compra de voto la distribución de beneficios  particulares otorgados a un individuo o grupo de personas a cambio de su voto en periodos electorales”. Los beneficios particulares son bienes, servicios y dinero. Es decir que la compra de votos no está limitado al pago de dinero que  se entrega en efectivo al elector; incluye una amplia diversidad de bienes como mercados, comida, bebida, tejas, cisternas, cemento, medicinas, equipamiento deportivo, electrodomésticos, muebles, ropa, y un largo etcétera. También incluyen una variedad de servicios como pavimentación, atención médica, suministro de energía  eléctrica o agua  potable, servicio de telefonía o internet, entre otros. La compra de votos también se caracteriza porque los beneficios van dirigidos a un individuo o un pequeño grupo de personas con los que se hace el intercambio. También la compra de votos tiene otra característica, que es temporal, es decir solo se realiza en tiempo de elecciones. “Al ser una transacción única basada en el interés, en la obtención de ganancias, no se crea un vínculo duradero entre el político o partido político y el elector. Esta característica permite diferenciar la compra de voto de otros conceptos como el clientelismo político, el cual no solo tiene lugar en periodos electorales, sino que es de carácter permanente” (Auyero, 2012). Hay un elemento también que es el de la incertidumbre en el cumplimiento del elector en su compromiso tácito con el candidato. Es decir no hay manera de demostrar que se votó o no por la persona que le dio el dinero, el producto o el servicio. Pero lo principal, la compra del voto no solo es un acto ilegal, si no que afecta la democracia al violar varios  de sus principios y al socavar el funcionamiento  de  las  instituciones políticas. Con la compra de votos las  elecciones dejan de ser libres y  equitativas. La equidad se rompe porque hay partidos con mayor capacidad económica que otros para comprar votos.
 El ciudadano que vende su voto, pierde la capacidad de cuestionar a los gobernantes elegidos pues su decisión estaba condicionada a un pago, sin importar si la persona que ocupa el cargo público representa o no sus intereses. 

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