La rivalidad entre Israel e Irán es una de las más tensas del Medio Oriente. Ambos países se consideran enemigos estratégicos y se preparan constantemente para posibles escenarios de confrontación. Aunque cada uno adopta doctrinas diferentes, sus fuerzas armadas reflejan sus ambiciones regionales.
Fuerzas armadas: calidad frente a cantidad
Israel cuenta con alrededor de 170.000 militares activos y un sistema de reservistas muy organizado que supera los 450.000. Su servicio militar obligatorio y entrenamiento continuo aseguran una tropa bien preparada. En contraste, Irán posee más de 600.000 efectivos activos, apostando por la superioridad numérica, aunque con menores niveles de profesionalización.
Poder aéreo y misiles: tecnología frente a volumen
Israel domina el espacio aéreo con aviones de combate avanzados como los F-35 y una flota de drones altamente sofisticada. Además, posee sistemas de defensa antimisiles como el Domo de Hierro y el Arrow. Irán, por su parte, se enfoca en el desarrollo de misiles balísticos de largo alcance y drones kamikaze, buscando compensar su inferioridad tecnológica con poder disuasorio.
Capacidad naval y nuclear
La marina israelí es reducida pero eficiente, con submarinos clase Dolphin que podrían portar armas nucleares. Irán, aunque no posee grandes buques, mantiene una presencia activa en el Golfo Pérsico con tácticas de guerra asimétrica. En cuanto a lo nuclear, Israel mantiene una política de ambigüedad estratégica, mientras Irán ha avanzado en el enriquecimiento de uranio sin declarar armas nucleares.
Ciberdefensa, alianzas y proyección regional
Israel lidera en capacidades cibernéticas con unidades como la 8200, y cuenta con el respaldo de Estados Unidos y alianzas recientes con países del Golfo. Irán ejerce influencia indirecta mediante grupos como Hezbollah y milicias en Irak, Siria y Yemen, ampliando su alcance regional.
Conclusión: dos potencias, dos estrategias
Israel apuesta por la precisión, la tecnología y la disuasión estratégica. Irán se apoya en su tamaño, su red de aliados regionales y su capacidad de guerra asimétrica. El equilibrio entre ambos se mantiene tenso, con el potencial de escalar si se produce un incidente grave.