La tierra es de quien la trabaja y no del que tenga más

Nicolás Escobar Bejarano

Nicolás Escobar BejaranoPor Nicolás Escobar Bejarano

El domingo pasado, mientras todos los caucanos observaban plácidamente el partido de la selección Colombia contra Brasil, bajo un cielo inclemente que lloraba agua por montones, cientos de viviendistas (neologismo que alude a las personas que defienden el derecho a que todo el mundo tenga una vivienda digna), caminaban sobre la panamericana cargando con lo poco que quedó de sus hogares. ¿Cómo se puede empacar toda una vida en una maleta de 10 kilos?  Pero, para entender este problema debemos volver décadas atrás en la historia: el conflicto armado colombiano trajo consigo muchos inconvenientes, entre ellos, los desplazamientos forzados, esto generó que los viviendistas se asentaran en predios privados ubicados en las periferias de las ciudades como Popayán. Con el tiempo, estas personas empezaron a crear agrupaciones que tienen por objetivo exigirle al gobierno nacional que se garantice el derecho a una vivienda digna, además, de propender por un reconocimiento legal para poder crear y trabajar en sus propias huertas para cultivar sus propios alimentos. En otras palabras, que les permitan soñar con una realidad social diferente a la que han vivido.  Según dicen los viviendistas, la administración local (hoy en cabeza del vástago dirigente Juan Carlos López Castrillón), les ha prometido a lo largo del tiempo iniciar procesos para la formalización de las tierras en las que habitan y la creación de bancos de tierras, no obstante, las promesas en Colombia solo sirven para ser incumplidas.
Ante esta situación, los viviendistas han decidido ocupar los predios improductivos de la clase social payanesa, es decir, de esos aristócratas que se hicieron millonarios gracias a la compra devaluada de tierra. Por el ejemplo, el predio del cual fueron desalojados el domingo pasado personas de la tercera edad, niños y mujeres, pertenece (o tal vez perteneció) a la empresa nacional de Colombina. Lo anterior, generó una opinión divida en la comunidad payanesa, pues, por un lado, están los que erróneamente creen que estas agrupaciones buscan “robar la tierra”, a esos burgueses que la acumulan de una manera desproporcionada y, por otro lado, estamos los que creemos que se trata de una lucha justa por dignificar la vida, que la administración local debe cumplir con su palabra y comprar a ese privado la tierra para garantizar el proyecto de estas personas a las que les fue negada la oportunidad de soñar.  Como diría la canción -que se ha convertido en un himno a la libertad-, creada por el maestro Daniel Viglietti e interpretada de una manera magistral por Víctor Jara: Yo pregunto a los presentes //Si no se han puesto a pensar // Que esta tierra es de nosotros // Y no del que tenga más.

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