RUTAS DE TRÁFICO DE ARMAMENTO Y EXPLOSIVOS 

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Soacha funciona como punto de recepción y redistribución a nivel nacional. 

A un mes de la captura de la banda delincuencial conocida como “Los Cosos”, las autoridades han empezado a desentrañar una red mucho más compleja de lo que se creía. Esta organización no operaba sola, sino que hacía parte de una red criminal de gran escala dedicada al tráfico de armas y municiones, que involucra a múltiples actores tanto locales como internacionales, y que tiene como epicentro logístico el municipio de Soacha. Desde allí, se estaría abasteciendo de armamento a diferentes bandas que operan en las localidades de Bogotá con mayor presencia criminal como Kennedy, Bosa y Ciudad Bolívar.

Los recientes estallidos ocurridos en el barrio San Bernardo, que encendieron las alarmas sobre la presencia de explosivos en sectores urbanos de la ciudad, reforzaron las investigaciones que han dejado al descubierto que buena parte del armamento no solo proviene del interior del país, sino también de rutas internacionales con conexiones en Estados Unidos, Europa, Asia y América Latina. Según fuentes de inteligencia, estas armas están ingresando a la capital camufladas en camiones de comida refrigerada, aprovechando vacíos normativos que impiden inspecciones a este tipo de transporte durante su recorrido, ya que las normas de salubridad prohíben romper la cadena de frío de los productos. 

La Defensoría del Pueblo ha encendido las alertas sobre una preocupante modalidad con la que estarían operando grupos armados en Bogotá: la tercerización de servicios criminales. A través de acuerdos con bandas locales o estructuras extranjeras, estas organizaciones delegan funciones como el control de rutas del narcotráfico, la intimidación o incluso el sicariato, sin exponerse directamente. Esta forma de injerencia indirecta permite a los grupos armados conservar el poder territorial y ampliar su alcance en la capital, al tiempo que dificulta la acción de las autoridades frente a redes criminales más fragmentadas y camufladas.

Rutas internacionales y proveedores clandestinos

Uno de los hallazgos más preocupantes tiene que ver con los orígenes del armamento. La primera ruta identificada sería la del corredor estadounidense, desde donde estarían ingresando armas legales como fusiles AK-47, ametralladoras M60 y revólveres. Estas armas estarían llegando por los puertos de Urabá, Buenaventura y Turbo, los mismos que durante años han sido utilizados para la exportación de cocaína. Desde allí, las armas son movilizadas a través de rutas terrestres hasta Soacha, donde son redistribuidas a las estructuras delincuenciales.

Otra de las rutas más activas conecta a Colombia con países como Rusia, Turquía, Bélgica e Israel, quienes, a través de intermediarios o canales opacos, han suministrado fusiles de largo alcance que estarían ingresando por la frontera con Arauca. Este armamento ha sido en su mayoría encontrado en operativos contra grupos armados en los Llanos Orientales, aunque una parte ha logrado filtrarse hasta la capital.

La ruta venezolana y su impacto en Bogotá

No obstante, la ruta que más ha impactado directamente a Bogotá es la que proviene del mercado venezolano. Con el desmantelamiento parcial de las Fuerzas Armadas venezolanas y la venta ilegal de sus recursos, muchas de sus armas han terminado en manos de grupos criminales colombianos. El armamento proveniente de Venezuela no solo ha fortalecido el poder de fuego de bandas locales, sino que ha facilitado una escalada de violencia con métodos cada vez más sofisticados y destructivos.

Explosivos desde Brasil: una amenaza latente

La última de las rutas detectadas se origina en Brasil, donde organizaciones como el Primer Comando Capital, la Familia del Norte y la Familia Mermelho han encontrado en el Amazonas un corredor ideal para el tráfico de armas y explosivos. Estos grupos no solo exportan armamento convencional, sino también explosivos de alto poder destructivo, muchos de los cuales han sido hallados en operativos realizados en la periferia sur de Bogotá. Según las autoridades, este material explosivo estaría siendo utilizado para disputas territoriales y ataques selectivos entre bandas rivales.

Una red que aún no ha sido desmantelada por completo

Las autoridades, si bien han dado golpes importantes como la captura de «Los Cosos», reconocen que aún falta mucho por desmantelar. Las estructuras de tráfico de armas están más activas que nunca y se han adaptado al contexto urbano, utilizando canales legales, camuflajes sofisticados y redes de distribución que involucran incluso a funcionarios corruptos y empresarios fachada.

El comandante de la Policía Metropolitana de Bogotá ha señalado que la ciudad se enfrenta a una nueva fase del crimen organizado, donde el flujo de armas y municiones es constante, y que es urgente fortalecer los controles fronterizos, los escáneres en puertos y terminales de carga, y sobre todo, aumentar el control sobre las rutas que comunican Soacha con el sur de la capital.

El desafío es claro: detener la expansión de una industria ilegal que no solo alimenta el crimen, sino que amenaza la estabilidad y la seguridad de miles de ciudadanos.