Ni las cajas del agua se salvan
La audacia de los delincuentes en Duitama alcanzó un nuevo nivel el pasado 12 de febrero, cuando, a plena luz del día, un hombre quedó registrado en cámaras de seguridad mientras robaba la tapa de una caja de agua en un sector de la ciudad.
El sujeto, con actitud despreocupada, fingió que se le había caído algo del bolsillo, agachándose y revisando el suelo como si buscara algo. Cuando notó que la zona estaba despejada y nadie parecía prestarle atención, se inclinó sin disimulo, metió las manos en la estructura y, con esfuerzo, levantó la tapa. Pero la resistencia del objeto no fue problema para este ladrón: sin pensarlo dos veces, le propinó una fuerte patada, asegurándose de que el robo fuera más sencillo. Luego, sin prisa y con la naturalidad de quien no teme ser atrapado, tomó la pieza y se marchó tranquilamente.
El video, que se viralizó rápidamente en redes sociales, muestra el nivel de descaro con el que estos delincuentes operan. Ni siquiera el riesgo de ser captados en video parece ser un impedimento para que sigan cometiendo estos actos impunemente.
- Si deseas ver el video completo ingresa en el siguiente enlace: https://www.facebook.com/share/v/15ofFtYFz1
Hartazgo ciudadano
El robo no tardó en desatar la furia de los duitamenses. “Ya ni el suelo que pisamos respetan. Esto es el colmo de la desfachatez”, comentó un ciudadano en redes sociales. Otro expresó: “¿Y qué sigue después? ¿Van a robarse las señales de tránsito y los semáforos? ¿Nos van a dejar sin calles?”.
¿Un mercado debajo de cuerda detrás de estos robos?
El hurto de tapas de alcantarillas, cajas de agua y otros elementos de infraestructura pública no es nuevo, pero sí un delito que ha ido en escalada. Aunque las autoridades han intentado frenar estos actos, la realidad muestra que las estrategias han sido insuficientes.
Lo preocupante es que estos materiales pueden estar alimentando un comercio ilegal, donde los metales y materiales reciclables son vendidos clandestinamente. Según información extraoficial, no se trataría solo de un robo oportunista, sino que podría haber una red organizada que se beneficia de la venta de estos elementos. Sin un control real, la ciudad podría estar siendo saqueada para sostener un negocio ilegal que opera en las sombras.
Mientras tanto, más allá de las perdidas materiales, los ciudadanos pagan las consecuencias: calles con huecos peligrosos, riesgo de accidentes y un sentimiento de abandono ante la falta de respuestas contundentes por parte de las autoridades.
Los ladrones ya no tienen miedo porque no hay mano dura
El Código Penal colombiano establece en el articulo 239 que el hurto de bienes públicos es un delito con sanciones que pueden llegar hasta los nueve años de prisión, dependiendo del monto del daño causado. Sin embargo, cuando no hay capturas, las leyes se quedan en el papel y no en la realidad.
Estos delincuentes no temen nada ni a nadie porque saben que las probabilidades de ser atrapados son mínimas. Y si por casualidad llegan a ser retenidos, la falta de denuncias formales y sanciones severas les permite volver a las calles en cuestión de días. Mientras tanto, la comunidad sigue expuesta y en peligro y los ladrones continúan llenándose los bolsillos a costa del deterioro de la ciudad.
¿Quién logrará que se respeten las leyes a cabalidad?
El robo de la tapa de agua es solo un espejo de la falta de control público y vigilancia real en Duitama. Mientras los duitamenses sufren por los daños y peligros que generan estos delitos, los ladrones siguen robando sin piedad.
¡El colmo! Cada robo, cada hecho vandálico y cada acto que queda en la impunidad es el reflejo del debilitamiento de la seguridad que parece reinar en la capital cívica de Boyacá .