Por Jair A. Dorado
Que más se puede decir que ya no se haya dicho, sobre la aparición con vida, de los cuatro niños en la selva colombiana. Chiquillos que para nosotros ya son auténticos héroes nacionales, que encarnan en sí mismos la templanza, el valor y el ímpetu por sobrevivir de toda la raza humana. Solo algunos tendrán el privilegio de abrazarlos y conversar con ellos.
¿Cómo sobrevivieron queridos niños?
Que la realidad supera con creces la ficción, es una verdad que se demuestra a diario. ¿Cuántas preguntas se podría uno hacer? ¿Cómo sobrevivieron queridos niños? ¿Qué cosas vieron en medio de la noche, de las largas 40 noches en esa espesura, en esa intrincada, espinosa y misteriosa realidad? La selva. ¡Oh por Dios! Cuántas cosa ignoramos nosotros, animales de ciudad, sobre lo que es una jungla. La podemos ver por Google maps. La imaginamos por las películas o los documentales de Discovery Channel. Habría que preguntarse cuánto tiempo podríamos sobrevivir, nosotros, los seres digitales, los habitantes de las redes, los individuos hipercomunicados, en esa misma selva en la que cuatro chicos pasaron cuarenta días. ¿Semanas, días, horas, antes de sucumbir al hambre, las fieras o la locura?
El hambre, las fieras y la locura
Este episodio quedará en la historia, tal como dijo el presidente Petro, pero ojalá nos sirviera para reflexionar un poco, sobre nuestra naturaleza. Ojalá que el gobierno y las instituciones ayuden a esas comunidades agobiadas por los grupos criminales y la miseria. Porque el padre de los pequeños los hizo subir a una avioneta por las amenazas de muerte que cayeron sobre él.
Los rostros de quienes han regresado del infierno
En las primeras fotografías que hoy están en el mundo entero, se ven unos rostros hundidos, unos semblantes temerosos, rígidos, duros e indescifrables. Tienen la mirada profunda y perpleja que deben tener quienes han ido hasta el infierno y han regresado. Anhelamos que el haber sobrevivido a una aventura tan tremenda, con la pérdida de su madre, la selva, los elementos en contra y todo lo inimaginable, significa que Dios tiene un propósito para estos pequeños, y la muerte no lo va a truncar.