Una finquita

¿Si usted tiene una finca a las afueras de Popayán, adquirida por sus esfuerzos de toda una vida, y un día cualquiera aparece invadida por personas que necesitan vivienda, cómo reaccionaría? Seguramente la respuesta de la mayoría es que se trata de un acto ilegal y haría la respectiva denuncia a las autoridades, y estas tienen el deber de hacerle respetar ese derecho.

En la propia casa

Y no hace falta que hablemos de una finca o de una gran extensión de tierra, puede ser su propia casa, a donde un día cualquiera entra un grupo de personas por la fuerza y se quedan viviendo indefinidamente sin su autorización. Le están violando el derecho a su propiedad.
Puede definirse a la propiedad privada como “el derecho real que se tiene por excelencia sobre una cosa corporal o incorporal, que faculta a su titular para usar, gozar, explotar y disponer de ella, siempre y cuando a través de su uso se realicen las funciones sociales y ecológicas que le son propias”.
Vivimos en un sistema económico y social con unas profundas desigualdades, donde unos pocos tienen en sus manos la riqueza y una gran mayoría de ciudadanos sobreviven con las migajas que les caen de la mesa. Eso nadie lo puede negar, y este desequilibrio profundo genera violencia y malestar social. Hay desempleo, pobreza y dificultades para acceder a la vivienda digna para un gran sector de la población, siendo la vivienda un derecho fundamental del cual el Estado debe ser garante, pero no se puede alcanzar mediante la vulneración del derecho a la propiedad.

Propiedad privada

No es el ciudadano el que tiene que resolver con sus bienes, el desequilibrio social existente, por lo tanto no se debe permitir la vulneración de la propiedad privada pues estaríamos promoviendo una situación de caos y anarquía en la que se pondría en riesgo incluso la democracia.

Oportunismo

El derecho a la vivienda debe garantizarse por medio de programas sociales y dirigidos a la gente que realmente lo requiere, pues es un secreto a voces que en estos movimientos no faltan los oportunistas, que a la luz de las personas que verdaderamente necesitan buscan conseguir un título de propiedad.

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